lunes, 9 de enero de 2017

Acompañar a otros mundos

Manuel Espinoza: Ofrenda OM IV, 1988

Estaba en Coro, estado Falcón,  con un grupo de trabajo. Estábamos organizándonos para trabajar y de pronto uno de ellos, el más anciano y de mayor jerarquía se me acerca y me dice que está haciendo otro trabajo en esa ciudad y me pide que lo acompañe. 

Dije que sí y luego de un intenso trabajo con el grupo, salimos. Hicimos el trabajo y él estaba muy agotado por lo que lo invito a sentarnos en una mesita en una taguara  de pueblo. Y allí me dijo lo siguiente: “Esta noche me voy” me le quede mirando sin comprender y sin intentar siquiera decirle algo y él vuelve a decirme: “Esta noche me voy, me llegó la hora”. 

Entonces comprendí  y le respondí: “Ahora entiendo por qué viniste sin maletas, ya sabías… ¿estás seguro que es la hora?” y me dijo “Si, y tú me puedes acompañar, puedes hacerlo, me acompañas y luego te regresas”. 

Me sonreí, sabía que era cierto y comprendía que lo que quiso fue enseñarnos esos proyectos, para que supiéramos de su existencia y entonces, le dije que estaba bien.

Salimos de la taguara y mientras caminábamos  por una callecita, cambiamos, éramos nosotros mismos sin serlo físicamente. Continuamos caminando, ya sin palabras, nos comunicábamos con el pensamiento y ambos supimos al mismo tiempo que el momento había llegado. 

Nos transformamos en luz, nos tocamos un instante y cada quien tomo su camino, esa era la despedida.
Volví a la callecita,  caminaba completamente sola.


Roselia RosaLunar, del cuaderno de los días 04 marzo 2003
@rosalunar33
@templodeluzdesirio

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